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Alligator Alcatraz y la política del miedo

Jul 10, 2025 | 0 comments

Alligator Alcatraz y la política del miedo

“Alligator Alcatraz” es un nombre ridículo; parece el título de una comedia de principios de los años 2000. Destaca, ante todo, por su absurdo. Sin embargo, si algo ha demostrado el gobierno estadounidense es que la tontería y la crueldad pueden ir de la mano.

“Alligator Alcatraz” es el nombre del centro de detención (y prisión) de inmigrantes ubicado en los Everglades, en Florida. La cárcel se instaló sobre la pista de lo que iba a ser un aeropuerto a finales de los sesenta. Según el proyecto original, habría sido alrededor de cinco veces más grande que el John F. Kennedy en Nueva York. Sin embargo, la obra nunca se concretó por las protestas de la población ante el daño ambiental que implicaba en la zona.

Ahora, ese espacio resurge como un estandarte más de la política de Trump contra los inmigrantes. Al mismo tiempo, muchos señalan las condiciones inhumanas del lugar, desde el terrible calor húmedo hasta la falta de protección ante la temporada de huracanes. Además, miembros de los pueblos originarios del estado y de la región, como el pueblo Miccosukee, han expresado su rechazo a la construcción.

Algunos incluso prefieren llamarle “Alligator Auschwitz”, pues consideran que se asemeja más a un campo de concentración que a una prisión. Estos centros de detención plantean una nueva interrogante sobre la relación entre el Estado y la población migrante. No son espacios donde se aplican de manera estricta la disciplina y el castigo de la cárcel moderna, diría Michel Foucault, aunque ahí el migrante es criminalizado, ya que se “confirma” que es un criminal. Tampoco se busca el exterminio del otro, al menos no de manera directa, aunque sí se pretende deshacerse de él. Es una cuestión compleja: ¿cómo entender estos centros de detención?

Por supuesto, todo esto poco le importa al gobierno. Por el contrario, ha asumido el lugar con humor, demostrando que la crueldad se ejecuta de una forma y se expresa de otra. Las propias cuentas oficiales han hecho memes y ya hasta circula ropa promocionando el sitio. Tal parece que a muchos se les ha olvidado un aspecto importante, quizá novedoso en estos espacios: el placer que genera la crueldad y el temor. 

Esto ha sido posible gracias a las redes sociales, que lo vuelven accesible a la mirada y al goce de un público amplio. Una propagandista del gobierno publicó: “Las vidas de los caimanes importan. La buena noticia es que, si empezamos ahora, a los caimanes se les garantiza al menos 65 millones de comidas.” La existencia misma de la instalación provoca miedo. Su presencia es un mensaje a la comunidad latina.

Este tipo de lugares no solo buscan contener o disciplinar, sino sembrar miedo y, al mismo tiempo, ofrecer un espectáculo del dolor ajeno. El placer turbio se configura en una razón de ser de tal espacio, una satisfacción compartida ante la desgracia y el miedo del “otro”.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

MAAZ

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